domingo, 26 de junio de 2011

Decisiones

Decisiones impulsivas, pasionales, casuales o reflexivas.
Decisiones sopesadas, razonadas, obligadas o necesarias.

Somos el resultado de todo ese entramado de decisiones que tomamos cada segundo, cada minuto, todos los días más o menos conscientes. Todo va tan deprisa que cuando la quietud se apodera de mis pensamientos, a menudo me pregunto "¿pero como he llegado hasta aquí?". Rebobino y...me doy cuenta de que hasta cerveza o coca-cola pueden cambiar todo el transcurso de una noche. Así es. Una simple e inocente decisión tomada en una fracción de segundos puede marcar un día, un mes o toda una vida.

Lo más curioso de todo. Es que solo sentimos angustia al tener que tomar una decisión cuando ante nosotros se presentan tan sólo dos posibles opciones. Solo entonces sentimos el peso del momento. Y es que elegir entre dos, solo dos caminos, dos caminos con dos destinos muy diferentes asusta. ¿Y si me estoy equivocando? Y siempre nos quedará la duda de qué hubiese pasado si hubiésemos escogido la opción B en vez de la A.

Me acuerdo de unos libros rojos de barco de vapor que leía cuando era pequeña "Elige tu propia aventura". Podías escoger entre dos opciones. La más conservadora o la más valiente. Me encantaba hacer trampas e ir leyendo siempre las dos posibilidades. Al final, en muchas ocasiones los dos camiones llevaban a Roma pero uno era tranquilo y el otro era un verdadero infierno.

A pesar de la edad y de la voz de la experiencia, seguiremos equivocándonos y dejándonos llevar por esos impulsos más o menos racionales sin los cuales nuestras vidas serían tan insípidas como una ensalada sin aliño. Si. Las decisiones las más valientes y hasta las más insensatas aparentemente son a menudo las que nos llevan a vivir grandes aventuras y nos permiten tener siempre algo curioso que contar.


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