lunes, 30 de septiembre de 2013

Me pregunto.

Me pregunto por qué tenemos ese absurdo pensamiento de que lo humano ni se estropea, ni se rompe, ni se parte.

Porque el cristal se puede pegar, la manchas se lavan, las cosas se arreglan. Pero no hay pegamento que te arregle cuando te hieren,  no hay jabón que borre palabras inoportunas, vacíos que lo dicen todo, silencios que te matan. No hay lejía que te devuelva folio en blanco. No hay zapatero, fontanero, carpintero, sastre o electricista, capaz de arreglar aquello que se rompe dentro de ti.

Me pregunto porque el ser humano tiende a pensar que es más fácil "arreglar" lo que estropea que "cuidar" de lo que tiene. Quizás porque hoy en día todo tiene arreglo. ¿Todo?

miércoles, 12 de junio de 2013

(Lepidopteras)

1:04. Grave error enfrentarme al cuadro blanco de Blogspot a estas horas.

Un sábado más. La misma hora. El mismo garito de siempre. El mismo recibimiento y los vampiros no hacen cola. Bajamos las escaleras de ese infra-mundo lleno de sensaciones mágicas, reales o químicas. El mismo maestro de ceremonias entintado. La música inunda mi cabeza. Mis pies ya están bailando, mi cuerpo se emociona. Sabe adonde le he traído. Huele a nada y a la vez a noche. Huele a nada y a la vez a todo. Se me erizan cada uno de mis poros. Piel de gallina. Bailo para olvidar. Bailo para no pensar. Hace calor.

Compartimos todos este paréntesis fugaz en medio de cada una de nuestras rutinas. Cuantas vidas, cuantos miedos, cuantas preguntas pueblan la pista. Bailamos ajenos a mañana, ajenos al sol que empieza a estirarse entre los edificios del centro de Madrid. Y Los focos me ciegan, no sé quien eres. No sé ni como te llamas. También desconozco tu edad. Pero esta noche estamos juntos conjugando la misma música, las mismas sensaciones, los mismos subidones y quizás los mismos miedos.

Tantas noches de viaje por aquí. Sin embargo entre tanto desconocido muchas caras me suenan.Y entre tanto desconocido aunque tú no estés yo te veo.
Mi boca me reclama una cerveza bien fría. Cerca de la barra, en un rincón casi imperceptible, él y ella se comen con los ojos. Juraría que se acaban de conocer. Juraría que se están dejando llevar, por la oscuridad, por un pellizco de magia, por el morbo de lo desconocido. La rutina le ha jugado una mala pasada. Ella no para de hablar, él apenas abre la boca. Cuanto más les miro, más recuerdo esa sensación. Una jauría de mariposas aleteando desatadas, enfurecidas, locas, fuegos artificiales en lo más profundo del inconsciente, escalofríos a flor de piel, los ojos cerrados, las manos queriendo sentir, queriendo tocar. Y mis mariposas quieren volar con las tuyas. El mundo alrededor se ha desvanecido. No escucho ni un sólo vatio. Sólo retumba mi respiración y siento tu corazón latir. Ya no bailo al son de la música. Bailo al son de cada uno de tus movimientos. Quisiera conocerte en 10 minutos y perderme contigo.

Empuño mi Mahou bien fría. Me pregunto una vez más si es posible retener este loco aleteo de lepidopteras para siempre en la boca del estómago. Quizás el alcohol turba mis pensamientos. Pero contesto si. Es posible.

Las luces se encienden. Vuelta a la realidad. Y le pongo cara a las sombras. Bajamos de golpe de ese limbo irreal en el que por un instante todos desconocidos hemos compartido algo. La pista se ha quedado vacía tan sólo descansa una moqueta de vasos rotos. Ha sido una noche más. Pero no ha sido una noche cualquiera.

Algunos ajenos a los rayos de sol se mudan entonces a otro infra-mundo no muy lejano. A otros les pesa el teléfono un contacto más. Y yo me vuelvo a mi casa con la sonrisa que me has regalado.

2:22. Sabía que era un error empuñar el teclado.

sábado, 1 de junio de 2013

El Fantasma de Enfant Terrible

Ha sido cuando he visto que sin comerlo ni beberlo el blog de Enfant Terrible tenía 97 seguidores que he sentido por fin el impulso de volver a contaros mis historietas.
Y la que os quiero contar hoy ocurrió hace ya unos meses pero contra todo pronóstico ha recobrado sentido hace apenas unos días.

Fantasmas.

Y es que por tener, en la tienda, tenemos hasta un fantasma.
Siempre que cuento esta historia, la gente me mira con cara incrédula. Y no me extraña.

Ocurrió en un momento de esos de agobio en los que no dábamos a basto con tanto curro.
Uno de los retos que plantea siempre Enfant es cuando entra un nuevo diseñador porque hay que buscarse la manera de exponer su producto de forma original basada en el reciclaje.
Entraba una marca de niños. Y por seguir con la lógica de lo que ya se había hecho pensamos en utilizar el mismo método para colgar las perchas que con BBWhite, la otra marca de niño que teníamos.
Un tronco grueso colgado del techo con trozos de soga blancos. Esos troncos no son fáciles de encontrar a no ser que te vayas al campo. Y la verdad mis horarios en ese momento no me permitían tal excursión. Así que crucé los dedos en mi cabeza, confié en mi suerte y pensé que igual en el parque que hay enfrente de mi casa lograría encontrar un tronco con esas características.


En tan sólo un día tenía que lograr mi cometido. Pero tenía tantas cosas más que preparar que se me olvidó por completo hasta el momento en el que a las 10h de la mañana metí la llave en la puerta del Local Bajo de Nuñez de Balboa, 30.

-"Mierda...pensé. ¿Y ahora qué hago?"

Me planteé escaparme un momento al retiro. Pero cual fue mi sorpresa que cuando encendí los plomos de la tienda más maravillosa de Madrid, ahí, perfectamente colocado, atravesado en medio del pasillo había un hermoso y perfecto tronco. Tan perfecto que hasta las dimensiones y el grosor eran las que yo necesitaba.

Baaah...eso es imposible, siempre me dice la gente cuando cuento esta historia. Bueno, hay tan solo una parte que tiene una pequeña explicación. Hacía casi un año, yo misma traje ese tronco a la tienda. Y como no sabía que hacer con él lo metí entre los dos pilares metálicos que hay en la planta baja. Estaba atravesado y perfectamente anclado, tan mimetizado con el entorno que ni yo me recordaba su existencia. Pero curiosamente se había "caído" de su rincón justo el día que más lo necesitaba. Curiosamente se había caído a más de 5 metros de su ubicación original. Y curiosamente colocado de tal manera, que por mucho que queráis pensar que efectivamente el tronco por azares inexplicables de la vida se había deslizado justo ese día de entre las esctructuras metálicas, era físicamente imposible que hubiese andando tan lejos.



Me podréis creer o no pero desde entonces cada noche cuando cierro la puerta de la tienda le pido a nuestro fantasma que no se me aparezca nunca por miedo a morir de un paro cardiaco y que mientras su presencia será colaboradora se puede quedar entre nosotros el tiempo que quiera.
Pasaron meses y hace unos días, Mayte me contó que estando en la tienda cobrando a una clienta, de pronto un burro se puso a andar sólo. Son andamios reconvertidos. Pesan. Y mientras con cara de estupor ella observaba al mamotreto desplazarse por la tienda de pronto un cristal de una vitrina explotó. Eso no es colaboración.

No sé. Me pregunto si todo esto tiene una explicación lógica. Yo aún no se la he encontrado. Y menos cuando tengo la mala suerte de que dicho fantasma se viene conmigo a casa.
El jueves pasado estando yo tranquilamente metida en mi cama, mi amigo invisible me deleitó con una de las canciones de mi ipod a toda tralla. ¿Corto-circuito momentáneo? Y cuando dicha canción terminó, el Ipod por arte de magia se apagó. Yo para no enfadarle le di las gracias en voz alta y enseguida encendía la tele para olvidarme del poltergeist.

Así que sólo os voy a confesar que yo creo firmemente que hay un fantasma en nuestras vidas. Y repito y lo estoy diciendo una vez más en voz alta. "Por Dios nunca te aparezcas porque entonces me parece que del susto será mi espíritu el que vague por los rincones de Enfant Terrible"

Aquí os dejo la canción del espíritu...

miércoles, 6 de febrero de 2013

QUERER

¿Se nos ha olvidado?
¿Se nos ha olvidado lo que es realmente QUERER?
¿Acaso querer puede tener varias definiciones?
¿Acaso la definición de QUERER puede ser diferente para ti que para mi?

Y no sé si es la edad o que el mundo con esto de la crisis se ha vuelto completamente loco. Pero parece que se nos ha olvidado que lo más importante está ahí, a nuestro lado. Supongo que es como en todo, nos damos cuenta de lo que tenemos cuando lo perdemos. Y entonces siempre es tarde. Y entonces al menos uno de los dos de pronto recuerda lo que era QUERER. O ni siquiera.

¿(Cuidar y querer) no son acaso dos palabras que van de la mano? Parecía tan obvio.

Cuanto hace que no escucho alguna historia bonita de dos personas que se conocieron por casualidad y que sobrevivieron a los celos, a los cuernos, a la rutina, al egoïsmo y al trabajo. Y a la crisis. Supongo que tiene que ver con conformarse. Porque lo más complicado de todo es enamorarse de una persona cuya definición de QUERER sea exactamente la misma que la tuya. Y muchos a mitad de camino, se conforman. Entonces cuidar y querer no van a menudo de la mano. Entonces uno de los dos camina insatisfecho.

Tanto hace que no escucho alguna historia bonita que me duele pensar que las mariposas dejan de aletear porque se hacen oruga, que las palipitaciones se desvanecen con la edad o que la piel de gallina merma con las arrugas y que el Deseo de lo conocido y habitual cansado, vuela a cualquier otra parte.

 ¿También el concepto del Amor era mentira? Ese amor mágico e incondicional que nos dibujan de pequeños es otro cuento más? En los dibujos animados parecía tan fácil. O no. Quizás por eso THE END siempre aparece justo cuando se acaban de besar, de conocer o de casar. Quizás la cenicienta también se divorció. Quizás también la Bestia dejó de cuidar a la Bella. Quizás al cabo de unos meses Blancanieves se dió cuenta de que el príncipe no conjugaba el verbo querer como lo hacía ella. Esto me recuerda a una frase que hace meses colgó un amigo en su muro. Se preguntaba que por qué el trailer es siempre mejor que la película.

Hace un rato vi este corto. A mi me ha recordado un sentimiento que se me había olvidado por completo. "Es verdad, debería de ser así todos y cada uno de los días a su lado".


domingo, 27 de enero de 2013

El violinista

Ayer Julie de Mifábula me contó esta historia. Merece la pena leerla.

"Un hombre se sentó en una estación de metro en Washington DC y comenzó a tocar el violín, era una fría mañana de enero. Interpretó seis piezas de Bach durante unos 45 minutos. Durante ese tiempo 
se calcula que 1.100 personas pasaron por la estación, la mayoría de ellos en su camino al trabajo.

Tres minutos pasaron y un hombre de mediana edad se dio cuenta de que había un músico tocando. Disminuyó el paso y se detuvo por unos segundos y luego se apresuró para cumplir con su horario.

Un minuto más tarde, el violinista recibió su primer dólar de propina: una mujer arrojó el dinero en la caja y sin parar siguió caminando.

Unos minutos más tarde, alguien se apoyó contra la pared a escucharlo pero el hombre miró su reloj y comenzó a caminar de nuevo. Es evidente que se le hizo tarde para el trabajo.

El que puso mayor atención fue un niño de 3 años. Su madre le apresuró pero el chico se detuvo a mirar al violinista. Por último, la madre le empuja duro y el niño siguió caminando volviendo la cabeza todo el tiempo. Esta acción fue repetida por varios otros niños. Todos sus padres, sin excepción, los forzaron a seguir adelante.

En los 45 minutos que el músico tocó, sólo 6 personas se detuvieron y permanecieron por un tiempo. Alrededor de 20 le dieron dinero, pero siguió caminando a su ritmo normal. Se recaudó $ 32. Cuando terminó de tocar y el silencio se hizo, nadie se dio cuenta. Nadie aplaudió, ni hubo ningún reconocimiento.

Nadie lo sabía, pero el violinista era Joshua Bell, uno de los músicos más talentosos del mundo. Él había interpretado sólo una de las piezas más complejas jamás escritas, en un violín por valor de 3,5 millones de dólares.

Dos días antes de su forma de tocar en el metro, Joshua Bell agotó en un teatro en Boston, donde los asientos tuvieron un promedio de $100.

Esta es una historia real. Joshua Bell tocando incógnito en la estación de metro fue organizada por el diario The Washington Post como parte de un experimento social sobre la percepción, el gusto y las prioridades de la gente. Las líneas generales fueron los siguientes: en un entorno común a una hora inapropiada: ¿Percibimos la belleza? ¿Nos detenemos a apreciarla? ¿Reconocemos el talento en un contexto inesperado?

Si no tenemos un momento para detenernos y escuchar a uno de los mejores músicos del mundo tocando la mejor música jamás escrita, ¿cuántas otras cosas nos estamos perdiendo?
Por: Josh Nonnenmocher

miércoles, 16 de enero de 2013

Otra de vecinos

Esto de vivir en un ático no es tan glamuroso como lo pintan.
He de reconocer que las vistas son impresionantes porque parece que estoy en Nueva York. Aunque en plena noche cualquier cosa puede parecerse a Nueva York. Todo está a oscuras y tan sólo veo los faros rojos de los coches perderse en la M-30, las luces amarillas o verdes de letreros enormes de marcas más que consagradas, todo ello difuminado por las gotitas de agua que ha dejado la lluvia en el cristal de la ventana. Muy cinematográfico.

Sin embargo aquí hace tanto frío, que por más que invierto en calefacción sólo he logrado crear un ambiente casi-cálido con una canción de Joáo Gilberto y mi secador apuntándome directamente a la cara. Y mejor no hablemos del atuendo.
Ahí va mi pequeña historieta de hoy.


En plena Navidad, en pleno ataque consumista, aparecieron dos policías municipales en Enfant Terrible con cara de circunstancia. Y cuando digo de circunstancia no me refiero a cara de enfado ni de pocos amigos. No era la típica cara de poli cabreado. Era cara de "yo tampoco entiendo nada".

Ojalá estuviésemos ubicados en pleno Goya, Velázquez, Serrano o la mismísima Gran Via. Porque entonces no me llenaría cada mañana las manos de tiza de colores, ni tendría que comerme el coco reinventando slogans deslumbrantes para que una banal pizarra de Ikea logre derivar el tráfico de Goya a Nuñez de Balboa, 30.
Sí, el problema era la pizarrica.
-"¿Ustedes tienen una pizarra ubicada en la esquina? Me preguntó.
-Sí. Y le conté que había ido al ayuntamiento a pedir permiso para ponerla. Y que me contestaron que no hay ninguna ley que regule todas la pizarras de restaurantes, centros de estética, tiendas, que invaden las aceras de Madrid. "Usted póngala y si tiene suerte nunca le ocurrirá nada. Sino pues vendrá la policía y se la hará quitar..."
Y ahí estábamos. En ese punto. Tres denuncias nos habían puesto por tener un letrero maravilloso lleno de colorines y de dibujitos.
-"Nosotros venimos porque os han puesto tres denuncias, me comentó el policía, sino ni nos habríamos molestado".
Así que tuve que quitar mi súper pizarra y renunciar a la pintura rupestre matinal que aunque parezca mentira tenía su pequeño efecto. 

Hace dos días Olga, Belén y yo bajamos al mejicano de enfrente. Centro de operaciones post-laboral donde ahogamos nuestras penas en coronita y totopos. Y apareció el encargado. A él también le habían hecho quitar su pizarra, mucho más profesional que la nuestra he de reconocer.
Y cuando me contó su historia sólo me vino a la cabeza una frase "Así va España".
-"la pizarra..."suspiró.
A él le han denunciado cientos de veces en estos últimos 10 años. Le han llegado a poner pegamento en el candado, a cortar la cadena y a tirar la pizarra al contenedor. Se la han movido a la acera de enfrente y se la han partido en dos. Han borrado el texto y os garantizo que los del mejicano hacían auténticas obras de arte. Incluso ha tenido que pagar por denuncias reiterativas una sanción de 600€ más IVA, que con el 21% duele aún más.
¿No os parece alucinante? Y lo peor del asunto es que corroboró mis sospechas.

El kamikaze de las pizarras, el que nos pone las denuncias, el qué apacigua su ira y sus frustraciones contra nuestras pequeñas obras de arte ambulantes es una vez más un vecino.

Hace mucho leí que Iberia para abaratar costes tan sólo tuvo que quitar una aceituna de la bandejita de la comida. Imaginaos el efecto que puede tener con los tiempos que corren que cada día entren 5 personas menos en un restaurante o en un comercio. Multiplicad. Y esos 5 comensales, clientes, son los que visitaban nuestros pequeños negocios gracias a una banal pizarra de Ikea.

Así que solo voy a decir una cosa. Me encantaría poner en la esquina otra vez mi pizarra y con una bonita letra cursiva de palo seco escribir en rosa "CABRÓN", porque indudablemente el que primero lo va a leer, el que antes se va a fijar, no es uno de los cientos de transeúntes que pasan cada mañana por Goya. Es ese vecino cabrón que por una vez después de 10 años tendría una pequeña razón para destrozar el trabajo de otros.